Nació en la ciudad de Buenos Aires el 21 de agosto de 1891. Al igual que sus 9 hermanos -2 varones y 7 mujeres- todos tenían como segundo nombre “De los Angeles”, que era el nombre de la estancia que la familia de su madre tenía en el Tuyú, Gral. Madariaga. Allí pasaba los veranos y ya desde la temprana edad de 6 años mostró su inclinación por el dibujo.

Terminó de cursar sus estudios en el Colegio del Salvador, de los padres jesuitas y comenzó a trabajar en el correo. También intentó dedicarse a tareas de ventas de campos y hacienda pero sus esfuerzos no tuvieron éxito. A los 28 años se casó con María Hortensia Palacios Avellaneda y a los 10 meses nació su única hija Hortensia María. Viajó con su hermano Carmelo a trabajar en un obraje cortando quebracho, en Santiago del Estero, donde pasó años muy duros.

Se separó de su mujer luego de tan sólo 4 años de matrimonio y trabajó como empleado administrativo en la Sociedad Rural Argentina, en Buenos Aires. Sus compañeros de trabajo lo instaron a presentar los dibujos y pinturas que él realizaba y que llamaba, con modestia, caricaturas. Es así que en agosto de 1926 realizó su primer exposición en la Feria Ganadera de Palermo, integrada por 61 pasteles y acuarelas que logra vender completamente, gracias al gran espaldarazo que le dio el Presidente de la Nación, el Dr. Marcelo Torcuato de Alvear quien le compró dos obras. A los pocos meses realizó una exposición en Mar del Plata en el local de la galería Witcomb. Allí conoció a Elvira Ponce Aguirre, una maestra mendocina con quien vivió hasta el resto de sus días. Las exposiciones se continuaron siempre con un gran éxito y la exposición ganadera de Palermo lo tuvo como una de las atracciones principales, durante cuatro años.

En 1930 la Firma Argentina de Alpargatas le encargó 12 obras para ilustrar el almanaque del año siguiente. Ante el gran suceso continuó realizándolos desde 1931 hasta 1936 y entre 1940 y 1945. En estos 12 años, cerca de 18 millones de láminas litográficas con sus obras se distribuyeron por la Argentina y países vecinos y se convirtió en la primera pinacoteca popular del arte argentino. Los almanaques comenzaron a incluir textos, en los cuales Florencio respetaba la forma en que hablaban su queridos paisanos. Decía de su personaje Tileforo Areco: “Cansao de andar vagando y de agregao en una estancia u piolando… Me dentró una comezón por saber como estaría lo que dejé cuasi de creatura”. Sus textos causaron tanto suceso que también fue contratado para contar las historias en la radio.

Continuamente viajaba por el interior visitando estancias y amigos, pero buscaba afanosamente “su lugar” para instalarse fuera de la ciudad. Y lo encontró en Moreno, a orillas del río Reconquista. Allí construyó su rancho al cual puso de nombre “Los estribos”, en honor a la marca que utilizaba la familia Molina Campos para el ganado, característica en todas la obras de Florencio y que son dos estribos cruzados.

Su obra ya era conocida, gracias a los almanaques, también en Estados Unidos. Viajó al país del norte, donde realizó exposiciones. Las mismas fueron en librerías, no en galerías de arte. Allí conoció al fundador de la Universidad de Texas, Edward Larocque Tinker, quien comenzó una colección para la universidad que hasta el día de hoy atesora 45 estupendas obras de Florencio.

Pero el deseo de Molina Campos era siempre ver animados sus personajes, la oportunidad se presentó cuando Walt Disney visitó la Argentina. Florencio se encontraba en Alemania, por eso es Elvirita quien recibió, en el rancho de Moreno, al ilustre visitante. Igual se encontraron más tarde en California, donde Florencio lo asesoró en una serie de películas que Disney estaba realizando, ambientadas en América del Sur. Pero esta relación profesional duró poco tiempo, ya que Molina Campos objetaba la falta de rigor documental de los dibujos producidos en los Estudios de Disney. Ante la imposibilidad de modificar lo ya hecho, permaneció la relación de amistad durante toda la vida, pero se malogró la idea de recrear a sus queridos paisanos junto con Disney. Igualmente su obra puede verse en “Goofy goes Gaucho” y “El burrito volador”. También colaboró en “Saludos Amigos”, una película que narra el viaje de Disney por Sudamérica.

En 1942 realizó exposiciones en el Museo de Arte Moderno de San Francisco y en otras ciudades de los Estados Unidos. Entre 1944 y 1958 una empresa de Minneapolis lo contrató para realizar calendarios y fue en esa época cuando Florencio comenzó a pintar al óleo. En sus primeras épocas había realizado acuarelas y pasteles, pero fue la témpera su medio predilecto.

También realizó ilustraciones para libros, como el “Fausto”, de Estanislao del Campo y “La Tierra Purpúrea” de Enrique Hudson y actuó en un cortometraje titulado “Pampa Mansa”, el mismo se presentó en el Festival de Berlín, Alemania con la presencia del artista. De regreso a la Argentina realizó en Galería Argentina la que fue su última exposición, la misma estaba integrada por 80 obras y el éxito fue total. Se vendieron 70 de ellas y fue la mejor de su vida. Luego de cerrada la exposición se internó para hacerse una pequeña operación y falleció el 16 de noviembre de 1959 por un fallo cardíaco.

 

UN ESTILO PERSONAL

 

La obra de Molina Campos es representativa de nuestro país y de su gente. Gracias a los almanaques de Alpargatas y a las exposiciones que han recorrido todo el país su obra es ampliamente conocida. Siempre pintó a sus contemporáneos, pintó los paisanos como él los veía. Pero nunca utilizó modelos, a nadie hizo posar, ni preparó la escena de sus cuadros. Pintaba de noche y a la tardecita sobre un tablero de arquitecto, inventando sus personajes y recreando las imágenes que estaban en su retina. Esto resulta sorprendente cuando uno ve el detalle preciosista de sus obras. Era la témpera la técnica que le resultaba más cómoda. Lo último que dibujaba era la cara de sus personajes. El óleo lo llegó a dominar con maestría pero sólo realizó menos de 200 obras con dicha técnica.