El sábado falleció Guillermo Roux, un gran hombre y artista. Un hombre puro y feliz de hacer arte, modesto y sencillo. Disfrutó décadas de su casa y amplio taller en Martínez. Llevaba genéticamente todo lo necesario para ser un grande: su padre, un ilustrador uruguayo, definió su vocación; luego estudió en la escuela Manuel Belgrano y también frecuentó a Cesáreo Bernaldo de Quirós. Viajó a Europa a conocer a los grandes maestros y en Roma aprendió a restaurar frescos y murales, también a manejar la encáustica y la acuarela.

La nota completa escrita por Ignacio Gutiérrez Zaldívar pueden leerla en El Cronista.

Fotos:

Guillermo Roux trabajando en su obra “La constitución”.

“Alegoría de Buenos Aires”.

“La constitución”.